6 de julio de 2009

Señorita Maria del Clítoris Me Debes Un Euro



La Señorita María del Clítoris Me Debes Un Euro, es una señorita muy fina de provincias, hija de Artemio Me Debes y de Dolores Un Euro, educada en el mejor colegio de monjas de su ciudad natal, donde recibió desde muy pequeñita clases de urbanidad y formación religiosa y de las J.O.N.S por lo que se puede decir que sus modales son muy refinados. Imaginaos si será extremadamente refinada en su modales que jamás se le oye decir una sola palabra altisonante, ni el tono de su voz es mas alto que el de un ligero susurro. Vayas a donde vayas con ella, tienes el éxito absolutamente asegurado ya que sus finuras deslumbran y conquistan a cualquier mortal que se le ponga por delante.

Cuando terminó sus estudios en las monjas, María del Clítoris viajó a la capital para poner en practica sus conocimientos sobre bordados y ganchillos en una pequeña empresa familiar de un intimo amigo del Sr. Me Debes, quien a su vez además de contratarla la prohijó en su casa, ya que éste y su buena esposa Práxedes no tenían descendencia, para tenerla a buen recaudo y con la firme promesa al Señor Me Debes de no perderla de vista hasta entregarla en brazos de un galán para el matrimonio, digno de las finuras de María del Clítoris.
Pero pasaba el tiempo y no había galán que pudiese soportar a semejante mojigata ya que su extremada candidez, si bien al principio deslumbraba, al pasar un rato aburría a todos sus pretendientes, que huían espantados en busca de una señorita menos fina pero más asequible a sus ardientes necesidades.

Hasta que un buen día al señor Donaire se le encendió una lucecita y empezó a mirar con muy buenos ojos a Antoñito, el hijo de los vecinos del primero, que aunque no era un mozo bien parecido si era casadero por lo que el señor Donaire le saludaba muy amable cuando coincidía con el chico en el rellano de la escalera, ya que con tal de colocarla no escatimaba en halagos y palabras acarameladas a fin de conseguir su objetivo.

Pero el tiempo avanzaba rápido, como ya hemos dicho y María del Clítoris iba perdiendo su lozanía sin encontrar esposo. Primero desaparecieron de sus mejillas eso rubores naturales que antes aparecían espontáneamente en ella como consecuencia de su timidez y extremado candor, mas adelante su marcada cinturita de avispa comenzó a desdibujarse pareciéndose cada día mas al flotador que portaba en la cintura su madre, Dolores Un Euro, señora de Me Debes. Ante este panorama y viendo que se le pasaba el arroz, su protector y amigo de su padre el señor Donaire, empezó a decaer en el entusiasmo de buscarle un esposo refinado a María del Clítoris por lo que optó por mandarla a los bailongos modernos y vulgares de la ciudad, que aunque allí los mozos casaderos eran menos finos e ilustrados pensaba que no estaba de menos probar, a ver si así con un poco de suertecilla podían colocarla.

Pero el tiempo continuaba pasando y ni los mas burdos y poco adinerados querían ni oír la palabra compromiso con María del Clítoris, a pesar de su dote, ya que argumentaban que antes de optar por un si querían catar la mercancía y como ella era además bastante estrecha pues le decían que iban a comprar tabaco y ya no se les volvía a ver el pelo.
Ante este panorama, un buen día ni corto ni perezoso, el Señor Donaire armándose de valor bajó al primero y expuso al progenitores de Antoñito la urgente necesidad que había de casarlos ya que él había observado que ambos se ruborizaban en su casuales encuentros en el portalón y descansillos y que teniendo en cuenta la edad fogosa en la que se encontraban ambos todos estaban expuestos a un buen disgusto, si la cosa pasara a mayores.

Ante esta exposición tan bien argumentada, los padres de Antoñito le dieron el sí rotundo al Sr. Donaire, que subió a su casa en una algarabía informando a su esposa que al fin podrían casar a María del Clítoris. Te casarás dentro de un mes y no se hable más, dijo contundente. Acto seguido llamó al Señor Me Debes que recibió la noticia con sumo agrado, al igual que Dña. Un Euro, quien a partir de ese día se dejaba los ojos durante todo el día y gran parte de las noches para confeccionarle el ajuar a María del Clítoris y conseguir así que estuviese todo listo para el día del evento.

Pero María del Clítoris lloraba desconsoladamente en silencio en su alcoba día tras día, pues Antoñito, aunque era un buen muchacho algo tímido y escaso en su pensamientos, pero un buen muchacho al fin y al cabo no se parecía en nada al príncipe azul que durante toda su vida había estado esperando y sabía que si le daba el sí, desposándose con él, ya nunca aparecería su príncipe y eso ella no lo podía aceptar ya que había soñado con él hermoso príncipe rubio de ojos azules desde muy pequeñita.

El día anterior a la boda reinaba la alegría y el alboroto en la casa de Ubaldo Donaire, le acompañaban su fiel esposa Práxedes y los señores de Me Debes. Todos reían felices celebrando la buena suerte de haber podido al fin colocar a la niña con el bueno de Antoñito, todos reían menos María del Clítoris que cada minuto que pasaba se sentía mas angustiada y compungida, situación esta que los demás achacaban al nerviosismo previo al feliz día.

Cuando llamaron a la puerta y María del Clítoris la abrió, se encontró con un chicharrón alto, guapo y fuerte, rubio y de ojos azules, que preguntaba por ella, diciéndole que traía los adornos florales para colocarlos en el patio de la comunidad para la boda. Ella le acompañó solícita dejando en la casa a todos cantando, comiendo y bebiendo. Bajó con él a la calle, le acompañó hasta la furgoneta para abrirle el portón de la casa y fue ahí cuando el intenso aroma de jazmines marearon su alma de tal manera que al mirarle supo que era el príncipe azul que tanto y tanto había estado esperando.

María del Clítoris le miró suplicante a lo que el chicharrón correspondió con un ven señorita, que a mi no me debes un euro…

Y así fue como entre flores y aromas mareantes de jazmín, con el cassette de la furgoneta encendido sonando a toda mecha Mister Sandman, María del Clítoris y el chicarrón se perdieron por la nacional rumbo a Francia para no volver nunca jamás, dejándoles a todos con tres palmos de narices


Blondie

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