5 de enero de 2008

Los Reyes Magos de Oriente


Hace mucho mucho tiempo,mucho tiempo..., una vez yo escribí esta carta de reyes...

Los Reyes Magos de Oriente

Al caer la tarde del día cinco de enero todo estaba ya dispuesto, ya hacía días que había escrito su carta a Baltasar, y a pesar de que había reconocido que no fue nada de buena este año, tenía la esperanza de que le traerían lo que había pedido.

Había puesto su mejor zapato de tacón del pié derecho sobre la alfombra del ventanal de su salón, el turrón y el agua para los camellos, ahora solo le quedaba dormir…

A pesar de no tener sueño se metió muy pronto en la cama, apretó los ojos fuerte (y también los puños), para acordarse de que no los podía abrir, que tenía que dormir, pero no podía…, empezó a escuchar los silencios, pero eran los de siempre, el crujir de la madera, el grifo del baño del vecino de abajo, el ascensor que subía, el camión de la basura que pasaba tardío, pero ningún ruido diferente, así que se fue abandonando lentamente al sueño, pensando en su regalo y soñando con la llegada de los Reyes…

Llevaba ya mucho tiempo dormida, cuando se despertó sobresaltada escuchando unos ruidos que no eran los habituales, abrió los ojos en la oscuridad de su habitación y aguzó el oído…si, efectivamente eran ellos y no pudo resistirse, sabía que no hacía bien, que era algo prohibido, que no se podía mirar o perdería su regalo, pero pudieron mas sus ganas de saber y se incorporó de la cama, puso sus pies descalzos sobre el suelo y caminó con mucho sigilo hacia su salón…

Al llegar asió con firmeza el pomo de la puerta, lo giró suavemente y abrió muy lentamente la puerta, justo una rendija para poder mirar sin ser vista…

Allí estaba él, tumbado sobre la alfombra de su salón, junto al ventanal, abrazando a una pelirroja ensortijada, ajenos los dos a sus miradas, escuchó como se proferían las palabras mas dulces y hermosas de amor que jamás había escuchado, así que cogió nuevamente el pomo de la puerta, tirando suavemente de él y cerrándola para no ser vista, deshizo sus pasos y volvió a su cama apretando fuerte los ojos y los puños, sintiendo como el sueño le vencía nuevamente, mientras a la vez sentía como una lágrima furtiva se deslizaba por su mejilla…

Feliz día de Reyes

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