7 de junio de 2007

La Habitación

En la habitación de las paredes sin magia, pero mullidas, vive una mujer que se siente rota de pena, no hay ventanas y no puede mirar al exterior, tan solo hay una minúscula puertecita, que conduce a través de un pasadizo angosto a la vida. Más de un día la ha abierto y ha avanzado por el pasadizo, pero enseguida el miedo la ha paralizado y ha tenido que regresar, no ha sido capaz de continuar el viaje por ese larguísimo túnel, aún a sabiendas que al final había mucha luz. A veces piensa que no quiere llegar a esa luz, porque eso supondría romper con lo anterior y teme hacerlo, no quiere perder esa sensación de proximidad, aún a costa de su oscuridad…

Las mujeres somos así, piensa a menudo para justificarse, animales racionales, absolutamente irracionales para esto del sentir, y entonces se consuela a sí misma, se entiende y ahoga sus penas en sus razonamientos. Pero al pasar el tiempo, nuevamente siente deseos de iniciar el viaje por el pasadizo, lo intenta de nuevo y consigue llegar un poco mas lejos, aunque enseguida retrocede atemorizada, no quiere perder esa sensación de proximidad y sabe que si continua tendrá luz, pero no proximidad, así que se vuelve a encontrar de nuevo entre esas cuatro paredes sin ventanas.

No quiere por nada del mundo perder la proximidad, sabe que si pierde eso perderá ya todo nexo de unión y se resiste…

Pasan los días entre sabanas que recogen sus sueños y sus despertares, su insomnios y sus nostalgias, sus pesadillas y sus temores, sábanas que saben como se estremece al pensar, al recordar…

Una mañana de esas en las que no hay ruidos, se sintió llena de valentía y consiguió recorrer el pasadizo hasta el final, cuando llegó se asomó y lo que vio le gustó, vio muchísima luz… sintió una especie de cosquilleo y una sensación absolutamente gratificante...¿estaré curada? – se preguntó-, pero enseguida sintió de nuevo ese temor y retrocedió todo el camino, se agarró con fuerza a la liana que la sujetaba para no caerse y volvió a su cárcel de soledad….se sentía tan protegida allí…

Y pasaron de nuevo los días entre esos muros sin ventanas, sabía que fuera había luz y flores, que había miradas amigas y experiencias placenteras, caricias y besos… pero seguía teniendo temor…

Su vida pues transcurría en un continuo dilema entre continuar o salir, algo le llamaba ya poderosamente la atención del otro lado, cada vez sentía mas y mas fuerte la imperiosa necesidad de salir, así que una mañana de esas en las que…….

Al fin tomó su decisión, saldría…e inició de nuevo el viaje por el angosto pasadizo, lentamente, saboreando cada instante que iba dejando atrás y que era ya su pasado…

El viaje fue muy largo, pero lo fue haciendo aferrada a su liana, tuvo que salvar mas de un impedimento, pero esta vez también consiguió llegar hasta el final, se asomó al igual que la otra vez y volvió a sentir de nuevo aquel estremecimiento, respiró hondo y se preparó para salir…apretó los ojos y empujó su cuerpo por el estrecho agujero, que le facilitaría la salida, entre dolor y angustia y miedo, mucho miedo…

¡Al fin lo había conseguido¡, se sintió como una pluma, ya nada le pesaba, todo tenía color y cobraba sentido, la cegadora luz inundó su rostro, acarició sus parpados y llenó de calidez su cuerpo, todo le parecía musical y hermoso, pero seguía temblando, estaba muerta de miedo, el viaje había sido demasiado largo, estaba agotada, necesitaba descansar…

A la mañana siguiente, se desperezó al despertar entre sus sabanas, abrió los ojos lentamente y vio con estupor que estaba en la misma habitación sin ventanas…

Blondie

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