31 de octubre de 2006

Mujeres de + de 40

Pues aquí estoy yo hoy, con un texto de Santiago Gamboa en mis manos ,que ha venido a ellas por pura casualidad, rebuscando en mis cajones di con él y lo releí....

Y la verdad es que es gratificante leer, que al menos “un tío” en la humanidad nos comprende....

Mujeres que casi tienen cuarenta...mujeres de cuarenta y pico.......

Hermosas, humanas, serenas comprensivas y endiabladamente seductoras....y bellas muy bellas.....hermosamente reales........ ummmm

Ummm suena bien eso….¿leemos?

Blondie

Mujeres de + de 40

Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto


Hoy tienen cuarenta y pico, y son bellas muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas y sobre todo endiabladamente seductoras. esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace humanas, tan reales. Hermosamente reales.

Casi todas hoy están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero y al cuarto intento. Que importa...

Otras aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante. Nacidas bajo la era Acuario con el influjo de la música de Los Beatles, de Bob Dylan...Herederas de la "revolución sexual" de la década de los 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción.

Jamás vieron en el hombre a un enemigo a pesar que le cantaron unas cuantas verdades, pues comprendieron que emanciparse era algo mas que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico cuando éste, trágicamente, se acaba, Y decidieron pactar para vivir en pareja.

Son maravillosas y tienen estilo, aun cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan. Usaron faldas hindúes a los 18 años, se cubrieron con suéteres de lana y perdieron su parecido con Maria, la virgen, en una noche loca de viernes o sábado después de bailar. Hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo.

Aquí hay algunas razones de por que una mujer de mas de 40 nunca te va a despertar en la mitad de la noche para preguntarte..."Que estas pensando?"-no le interesa lo que estas pensando-. Si una mujer de más de 40 no quiere mirar un partido de football, ella no da vueltas alrededor tuyo. Se pone a hacer algo que ella quiere hacer y generalmente es algo mucho más interesante.


Una mujer de mas de 40, se conoce lo suficiente como para estar segura de si misma, de lo que quiere, y de con quien lo quiere. Son muy pocas las mujeres de mas de 40 a la que les importa lo que tu pienses de lo que ella hace, Una mujer de más de 40, tiene cubierta su cuota de relaciones "importantes" y "compromisos" Lo último que quiere en su vida es otro amante posesivo.

Es muy raro que entren en una competencia de gritos en medio de la Ópera o de un restaurante caro. Las mujeres de más de 40 son generalmente generosas en alabanzas. Ellas saben lo que es no ser apreciadas lo suficiente. Tienen suficiente seguridad en si mismas como para presentarte a sus amigas. Una mujer mas joven puede llegar a ignorar hasta a su mejor amiga.

Las mujeres se vuelven psíquicas a medida que pasa el tiempo. No necesitas confesar tus pecados, ellas siempre lo saben. Son honestas y directas. Te dicen directamente que eres un imbecil, si es lo que sienten sobre ti.

Tenemos muchas cosas buenas que decir de las mujeres de más de 40 y por múltiples razones.

Lamentablemente no es reciproco. Por cada impactante mujer de mas de 40, inteligente, bien vestida, sexy, hay un hombre con casi o mas de 50...pelado, gordo, barrigón y con pantalones arrugados haciéndose el gracioso con una chica de 20 años.

Señoras...les pido perdón por ello...


Santiago Gamboa

¡¡que me quemo¡¡


¡¡¡no juegues con fuego¡¡¡
y Fuego se quedó sin amigos........

Blondie

30 de octubre de 2006

El poder de la palabra

Antonio Muñoz Molina Beltenebros (fragmento)

" Cumplí mi parte de la crueldad y destrucción y merecí la vergüenza. Los efectos del amor o de la ternura son fugaces, pero los del error, los de un solo error, no acaban nunca, como una carnívora enfermedad sin remedio. He leído que en las regiones boreales, cuando llega el invierno, la congelación de la superficie de los lagos ocurre a veces de una manera súbita, por un golpe de azar que cristaliza el frío, una piedra arrojada al agua, el coletazo de un pez que salta fuera de ella y al caer un segundo después ya es atrapado en la lisura del hielo. "

¿quieres un cleenex?




No llores como mujer
lo que no supiste defender como hombre.....


"mamá"


Blondie


Fotografías tomadas el 29 de octubre de 2.006 a las 5 de la tarde, por MaliZia_Kiss y cedidas por ella para este blog.

Gracias MaliZia
Blondie



27 de octubre de 2006

Me siento diferente..........

f
-¿Víctor no sales?
- No mamá....

Teresa, miró a si hijo y se quedó pensativa....llevaba ya tanto tiempo así....¿por que se había empeñado en ese mutismo?.Estaba muy preocupada, apenas si hablaba y cada vez comía menos y tenía siempre esa expresión tan triste....pero por mas que ella el preguntaba, el no le decía nada y ella cada vez estaba mas y mas preocupada, mientras Antonio, su marido le decía...- ¡¡mujer Teresa, está en plena adolescencia¡¡, tan solo tiene catorce años recién cumplidos, va bien en los estudios, ¿que mas podemos pedir?- pero Teresa sentía que algo pasaba, reconocía que aparentemente todo era perfecto, pero ella....

Cada vez que tenía que salir, Víctor lo pasaba francamente mal, se sentía incomodo en esa discoteca y solo quería que pasase el tiempo rápido para marcharse, prefería su casa, su ordenador, su música, sus libros y sus escritos, el era muy pacifico y reservado y prefería su mundo que el alboroto de las salidas, prefería la soledad...

Sabía que para sus compañeros era un tío raro, que las chicas le miraban desconcertadas, pero el no se comportaba así por nada, simplemente le hacía sentir bien su recogimiento, que los demás confundían con timidez........

Le despertó de sus pensamientos Dikers, cantando Mi sucio corazón, era la melodía que tenía puesta en su móvil, hasta en eso había tenido que cambiar,-pensó- acordándose de las cosas que decían de él sus compañeros, cuando había puesto across the universe de Fiona Aplle, una maravillosa versión de Beatles. Había tenido que quitarla, cansado de escuchar que era un chico raro, que vaya mierda de canción sonaba en su móvil...

Era Elena, su amiga Elena para decirle que esa tarde en kipllers era la fiesta de la primavera y que quería que fuese...no pudo zafarse, no le quedó mas remedio y dijo si aunque no con ganas...

Había muchísima gente, no se podía ni andar, los sillones estaban llenos de parejas dándose un morreo con el mayor de los descaros, otros bailaban frenéticos mientras los “gogós” contoneaban su cuerpo en las tarimas, sabiendo que eran cuerpos diez, otros estaban en la barra saboreando su limonada, sin alcohol, pero que ellos se había encargado de mezclar en los servicios...

Elena bailaba como poseída y Víctor decidió a canjear su ticket por la consumición, se acercó a la barra pero no alcanzaba la primera fila, era agobiante, tanta gente...el chico que estaba delante de el se volvió y le dijo -¿que te pido? dame tu ticket- y vio unos ojos inmensos e inmensamente bellos a la vez que sintió un escalofrío mientras le rozaba el brazo.....
Hablaron de tías y de la discoteca, Víctor quería que el tiempo se pasase, le gustaba escucharle, solo deseaba mirarle y oírle y olerle y sentirle cerca.......estaba como flotando pero muy asustado...¿que le estaba sucediendo?.

Volvió a su casa con una mezcla de felicidad y angustia, mientras intentaba entender que le estaba sucediendo...no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera ese chico, esos ojos...

Vivía una autentica obsesión, solo deseaba que llegase cada sábado par ir a Kipllers y verle....era lo único que le importaba, ¿que le estaba sucediendo?, soñaba con él cuado dormía y soñaba también con él el resto del día, solo quería escucharle, inventaba excusas para llamarle, para oírle...¡se estaba enamorando de él¡, pero eso no era posible, -se decía-, pero si era posible...se estaba enamorando de él....sentía que le amaba mas que a su propia vida y le deseaba, deseaba acariciarle y besarle, quería abrazarle y decirle cosas al oído.....

Javier no sabía nada, jamás se atrevería a contarle sus sentimientos, eran amigos y javi le hablaba de tías....de sus planes, de su liga de fútbol , ¿como contarle lo que le pasaba?, le perdería....

¿ Y sus padres?, ¿su familia?, ¿que podía hacer?, ¿como contar que se sentía diferente?, ¿como decirle a su padre que quería que él fuese un profesional de altura, un ejecutivo con carrera y master, que amaba a Javi?

Pero lo que el si sabía era ese fuego que sentía cuando Javi estaba junto a él, lo feliz que se sentía escuchándole, lo que sufría cuando tenía que reprimirse por no tocarle, por no decirle...

La obsesión era cada mas grande, ya no podía ni pensar, sentía un amor tan puro, tan grande y quería gritarlo, decir a todos que le amaba, pero no podía y eso le estaba quitando la vida….ya nade le interesaba, nadie sabía como sufría y lo peor es que estaba condenado a sufrir toda la vida porque sabía que jamás le diría nada a Javi, jamás se atrevería…

Se levantó esa mañana y como siempre lo primero que le vino a la mente fue Javier, el vivía de manera permanente en él y eso le confortaba, sonó su móvil y era Elena, su amiga Elena, le empezó a contar que Javier estaba saliendo con su amiga keta, que al fin se había decidido a llamarle y decirle que le gustaba y que Javier le había confesado que desde hacía muchísimo tiempo ella le gustaba, pero que era su secreto. Elena hablaba y hablaba,,,,y Víctor sentía cada vez mas mareado, sentía un dolor lacerante en el pecho era como si algo se le rompiera, sentía ganas de vomitar y de llorar solo quería morirse…

Morirse…..

Teresa comenzó a caminar lentamente, sin prisa, como una autómata, se aproximó a la tumba de su hijo y depósito sobre su lápida una rosa roja, como cada mes hacía, desde hacía ya cuatro años, preguntándose por que lo hizo……….
¿Porque lo hizo?
Por que lo hizo………..

Blondie

pobre duda



Dijo el taxista, no cabe duda.....
y Duda se fué andando...

Blondie

¿que le dirá Harry?




















26 de octubre de 2006

La eterna paseante

Todos los días por la mañana sacaba a su perrito a pasear por el parque, era una especie de obligación que al principio le fastidiaba, pero ahora le gustaba.Cuando salía a pasearlo, aprovechaba para pensar, pero últimamente estaba harta de pensar.
Siempre hacía el mismo recorrido, se sabía de memoria cada socavón y cada placa levantada de las calles, paseaba a diario durante años mientras el tiempo pasaba. En el camino se habían ido quedando algunos de los eternos paseantes de perros, la vida les había arrebatado sus vidas de la manera mas caprichosa, sin pedirles permiso, sin consultarles. Y ahora ella, a sus 77 años y llena de achaques, seguía paseando a su perrito, el tercer perrito que tenía. Su vida había sido un puro paseo de perros, no se había planteado que tal vez podría haber elegido otra cosa, simplemente se conformaba con lo que le había tocado vivir.

Lo único que le fastidiaba era recordar cuando hacía ese paseo matutino alegre y jovial, sin esos horribles dolores que ahora tenía, sin andar torpe. La gente que se cruzaba con ella la saludaban y ella contestaba con un gesto de cabeza, pensando que les había visto envejecer a todos, aunque ella se sentía igual que siempre, a excepción de esos dolores, se miraba al espejo y veía una juventud exultante, eso nadie se lo podía negar. Seguía teniendo las mismas ilusiones que cuando era una niña y eso se notaba en el brillo de su mirada. El problema es que lo que ella esperaba de la vida nunca llegaba, pero aún quedaba muchisimo tiempo, se decía mientras paseaba a su perrito día tras día

Blondie.

ponselo pontelo....



!!Tirate a la piscina¡¡

y Piscina se quedó preñada.......

Blondie

25 de octubre de 2006

Costumbres

Cada noche después de cenar, desde hace ya algún tiempo, voy a un salón de té que está muy cerquita de mi casa, allí encuentro siempre las mismas caras, allí no se puede tomar alcohol, porque luego se dicen gilipolleces y como que no....pero se puede fumar, estoy de suerte, se puede fumar en algún rinconcito y allí voy yo y pido té, té rojo, por que me gusta su color oscuro, jamás lo mezclo con leche porque lo prefiero solo y escucho la música que ponen, que no se por que razón siempre es mi favorita.

A fuerza de ir e ir, he ido conociendo a los habituales de ese lugar, gentes que también toman té, unos lo toman verde, otros con limón, otros con menta, otros rojo como yo....y he ido como decía conociéndoles, a algunos mas que a otros, pero conociéndoles a todos. Hasta tal punto les conozco ya que cada noche cuando atravieso el umbral del salón de té, percibo si pasa algo raro, pero eso carece de importancia, no es nada especial, no es ningún don, simplemente es mi maldita manía de observarlo todo.

A mi ya me conocen allí y en cuanto llego me dan mi té rojo, aunque ahora me lo tengo que servir yo, pues la dueña del salón de té, se arruinó y lo traspasó. Se llamaba arroba y parecía maja, aunque no la conocía demasiado. Cuando nos enteramos todos, votamos por una colecta para hacernos con el salón y así lo hicimos. El problema es que algunos no se enteraron de nuestra adquisición y cambiaron de bar, pero pienso que cualquier día se enteraran y volverán, eso espero porque la pela es la pela y un negocio se debe de cuidar.

Mis amigos me dicen, -por que ese empeño en ir todas las noches a ese saloncito de té, ¡¡¡como si en Madrid no hubiera mas lugares¡¡¡, ¿ya no te acuerdas que antes conocíamos siempre sitios nuevos en este Madrid nuestro?, lugares reales y de ensueño -, me dicen vente...me dicen vente con nosotros e incluso muchas noches me llaman. Pero yo siempre digo: es que me gusta el té rojo que hacen allí, sabe bueno....

Ultimamente cuando bajo cada noche, encuentro las mismas caras y eso hace que sienta una sención de bienestar, aunque a veces tenemos visitas de curiosos, de gentes que van de paso y que no vuelven más, pero que no nos gratifican con su compañía aunque sea temporal, pero eso lo tenemos resuelto, cuando llega alguna visita inoportuna o soez, de esas que molestan,¡¡ pues llamamos al puerta¡¡ y asunto resuelto.

Ayer por ejemplo sin ir mas lejos, nos vino a visitar una mujer fantasiosa, en forma de león fuerte y vigoroso, en forma del rey de la selva, nos dijo que estaba de paso, parecía un buen león, a mi me pareció entrañable, me gustó, hasta me ayudó anoche, con no se que quería hacer, como digo, dijo que estaba de paso, pero cualquier día volverá en forma de pez marino, poseyendo los mares sin ahogarse.


Blondie

Mudito

¡¡¡¡¡Y TAMBIÉN DOS HUEVOS DUROS¡¡¡¡¡


Groucho Marx

Multiplicando





Va una chica y cada dos por tres....................¡¡¡¡SEIS¡¡¡¡¡

Blondie

24 de octubre de 2006

VOLVER



Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.

Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.

Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.

La vieja calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.

Sentir,
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.

Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.

Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi soñar.

Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.

Y aunque el olvido que todo lo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.

Volver...


Estrella Morente

Minerales




¿Sales minerales?

¡¡¡NO!!! me kedo en casa..................

Blondie

23 de octubre de 2006

no seas mala por favor........

Quiero ser mala..........
Quiero ser la mas mala de las malas........
Quiero ser malisima...........
Quiero ser la mas mala del mundo

Blondie

22 de octubre de 2006

Palabras, palabrería..........., que cantamos..............



Palabras.............

Tan solo se lo que siento, no entiendo de nada mas ni quiero entenderlo ya
¿Para que?

Palabras…….que se van en el aire……que se las lleva y deja un poso de silencio, de inquietud, al no obtener respuesta a nada…palabras….y mas palabras…..

Ganas de volver a comprender lo que no se comprende
Ganas de vivir lo que no he vivido……..
Ganas de mirar……
Ganas…….

Malas noticias para el sentir
Malas noticias para el pensar

Mejor dejarlo pasar y pasar y pasar……

No se eligen las palabras, ni el pensar, ni el mirar, ni el dejar pasar

Viene…….y viene….. y viene…….y se va……..

Y vuelven las palabras…..palabras que están en el diccionario
Palabras….


Childrens….niños…..
Niños para el sentir……..
Caprichos infantiles…….

¿Me das 3 euros? No tengo tabaco y necesito fumar.

Quiero fumar ahora, aunque he decidido dejarlo. Algún día lo dejaré, ya no fumaré y miraré con envidia a quien lo haga…..y entonces arrancaré el humo hasta de mi corazón….

Corazón sin humo, mi espacio interior limpio, ¿Qué bien no?...¡¡pues no¡¡, que a mi me gusta algo de oscuridad ¡¡caramba¡¡

Así que de momento quiero fumar.

¿Me das 3 euros? no tengo dinero y quiero fumar…….y así fumaré bajo la maldita luna que está grande y blanca y brilla y me mira descarada invitándome a que lo haga…….

Sola y viva, fumando…..y así sola y viva fumaré hasta que ya no tenga tabaco….

¿Me volverás a dar 3 euros?

¿Fumaría Penélope cuando estaba en su banco del anden?
¿Le habría dado el caminante 3 euros?

¿Tendría el tabaco en su bolsito de piel marrón?

¿Se le secaría en su huerto el tabaco?

Pobre Penélope…….quizás esperó fumando y cuando escuchó silbar el tren a lo lejos y le vio…..¡¡el ya no fumaba¡¡…..era ya un espacio sin humo….
¡¡pobre Penélope¡¡…soñando toda su vida y cuando el volvió era “blanco”, ya no era el de ayer, del que ella estaba llenita…
Ya no le gustaba........era blanco.....

Penélope encendió un cigarrillo, aspiró su humo y se marchó…….con su corazón oscuro, salvaje…..con su corazón llenito de ayer…sin espacio para un mañana…….

Penélope…..

Y fue hacia ese lugar de las gaviotas para verlas volar…el viento soplaba fortísimo y la olas eran muy fuertes también, eran tantas gaviotas…..¿cien?, ¡¡lo menos cien¡¡ ¿Dónde iran?

Hoy podré fumar y lamentar que él no fumara…..

Hoy es un dia diferente a los demás……cien gaviotas……..cien…..
Pero……pero siempre quedará un mañana…….siempre…….
Quiero verte amanecer y quiero verte anochecer…..siempre quedará un mañana junto a ti…..

¿Vamos a gastarnos los 3 euros en tabaco?

Dejaré de hablar de lo que no conozco y solo fumaré…..fumaré…….

Siempre quedará un mañana…….

¿Pero? ¿Mañana venderán tabaco? o ¿estará cerrado?

Bueno da igual….buscaré un hombre que me quiera, uno de esos que me llene la nevera….que no esté envenenado con la música…..que no sea un músico y no ame a su Fender….que me llene la nevera…. y luego aunque me duela le diré adiós cuando se marche, pero antes le diré…..¿me das 3 euros para tabaco? y pensaré…yo ya no se como mirarme para que en mis ojos yo pueda leer lo que haría para poder tener 3 euros para tabaco…….para fumar……..porque el tabaco es mi religión y rompe mi calma……..y es que quiero el tabaco “Pa mí na má”, sabe mejor…..me emociono al contemplar la cajetilla, pero ahora no tengo tabaco…….
¿Me das 3 euros para tabaco?, no tengo dinero…….

No se por que yo me tuve que fijar en el tabaco, lo vi, me fijé, lo hice mío y me enamoré de él…me atrapó y quería prohibir a mi corazón que le amara, pero ¿Cómo prohibir al corazón que se enamore? ¿Quién soy yo para hacer semejante cosa?

Me acuerdo de esos días que era millonaria y por la mesa desfilaban los millones.......tenía tanto dinero para tabaco..........pero eso era en la calle Honduras, cuando apostaba por el dos de corazones..........

Lo perdí todo en una noche de locura, apostando por el dos de corazones.......

Y ahora no tengo tabaco.....y quiero fumar.......

Vivo en el numero siete, calle Melancolía, quiero mudarme al barrio de la alegría.......... pero siempre que lo intento, quiero fumar.....

Luego de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo, ordeno mis papeles.....me enfado con las sombras que pueblan mis pasillos.....y me voy a la calle para comprar tabaco.....¿me das tres euros para tabaco? no tengo dinero...........

Ayer le vi….tenía dos cigarrillos, olían fantástico, pero ignoró mi sentimiento y no me quiso dar un cigarro…….

Se fumó él solo los dos........completamente solo..........

Blondie

El beso




Siempre nos quedará Paris.......

Blondie

21 de octubre de 2006

¡¡¡que miedo¡¡¡

20 de octubre de 2006

MASTURBACION

Una mano pequeña pero firme introdujo una llave en la cerradura y la giró, a continuación estaba Alicia, la casa estaba en silencio, no había nadie y sintió una especie de bienestar, le gustaba el silencio que había.

Puso música y empezó a sonar Wandering Star, como le gustaba aquella canción….esa canción tan antigua y con esa voz tan grave, tan maravillosa de Lee Marvin, el sonido envolvía toda la casa, no estaba demasiado alto el volumen, pero las notas iban entrando suavemente en cada rincón de la casa según ella iba andando y traduciendo mentalmente, yo nací bajo su luz fugaz…

Fue una estrella errante, en la noche azul…que vino a señalar el triste destino de mi amor….

Debería prepararse algo de comida pero no tenía nada de hambre, si siquiera le apetecía ponerse a luchar en la cocina con los paquetes de congelados y el microondas, así que decidió darse una ducha.

Se quitó lentamente los collares, las pulseras, el reloj, los anillos y los fue depositando en su joyero, se quitó los zapatos, esos malditos zapatos que tanto le gustaban, pero que hacía que llegara machacada a casa, y se quedó descalza, ¡como le gustaba estar descalza¡, sintió el frío cálido de la madera en sus pies y empezó a sentirse mejor…luego la camiseta, la falda….hasta que se quedó en ropa interior…se miró al espejo y observó su cuerpo mientras se quitaba ese maldito sujetador, que le hacía un pecho divino, pero que le apretaba por todas partes y -pensó- ¡liberada¡- solo le quedaban las braguitas ya….

Ya estaba lista para la ducha, me merezco una ducha-pensó-

El agua corría por toda su piel con suavidad, como una caricia, decidió lavarse el pelo, cerró los ojos y sintió como el agua resbalaba por su cara, acariciándola, era una sensación parecida a un beso, a un beso dulce y suave…le costaba salir de la ducha, estaba tan relajada, el agua era cálida, era tan gratificante…Se envolvió en su toalla, envolvió en otra su pelo y se puso desodorante, es que eso del desodorante es muy importante –pensó- y se fue a su habitación con su tarro de crema de cuerpo, de esa crema que olía igual que su colonia, esa colonia que olía a ella…se sentó en la cama y empezó a extender la crema por su cuerpo suavemente…no quería dejar ni un solo trozo sin poner crema.

Empezó poniéndose en los brazos y continuó en su pecho, se lo ponía con movimientos circulares, muy lento, muy despacio, primero con una mano y luego con las dos…le gustaba…empezó a sentir calor y pensaba si él estuviese aquí ahora…continuó por su espalda, estirándose como un felino para poder llegar…haciendo ejercicios lentos y suaves para poder extender la crema por la parte alta de su espalda.

Si el estuviera aquí….él me la pondría, suave…despacio le diría…muy despacio mi amor…muy despacio…continuó por la parte de atrás de sus caderas…con las dos manos a la vez, bajando por la parte exterior de toda sus caderas, de sus muslos…volvió las manos hacia la parte interior de sus muslos, extendiendo la crema…cada vez sentía mas y mas calor…si él estuviera aquí le susurraría…le diría…-pensaba- y pensaba ven…-pensaba- quiero sentirte y no estas…, ven…, ven…empezó a pensar en él con fuerza…¡como le deseaba¡…empezó a imaginar sus caricias…sus besos…sus palabras…sus palabras que le decía y ella escuchaba bajito…tan bajito que solo ella podía entenderlas y que hacían que le dijera mas…,mas…, háblame mas…su voz le volvía loca…sintió un peso encima de ella…era tan, tan real…que sentía que él estaba allí junto a ella, amándola como nadie sabía hacerlo, amándola…no dejes de decirme te quiero-pensaba-, no te calles, no…

Sus manos seguían extendiendo la crema…notaba algo intenso en cada caricia…en cada movimiento…ese calor…tenía los ojos cerrados y le sentía tanto…tanto…no quería dejar de sentirle, no quería dejar de temblar…cada vez le deseaba mas y mas…y mas…sus manos seguían extendiendo la crema, suave, despacio…no tenia prisa, no quería dejar de extenderla, pero despacio, muy despacio…tenía todo el tiempo del mundo…ahora todo el tiempo del mudo era para ella…y para él…

Su piel estaba suave, endiabladamente suave…

Te amo, te amo, te amo, -pensaba- mientras se acariciaba, no dejes de amarme, no, no…

No dejes nunca de amarme…

Comenzó a gemir, se sentía como flotando, era una sensación tan maravillosa, tan real, él estaba allí junto a ella amándola como un loco, haciéndole sentir todo su deseo…parecía todo tan real…

Comenzó a jadear, no podía parar de hacerlo, era una sensación tan intensa, toda ella era ahora una intensa sensación...algo bullendo en su interior, sintió una contracción y luego otra y otra y otra…contracciones intensas, intensamente placenteras…intensamente intensas, era como si tocara las estrellas y la luna y el mismo cielo…el placer era tan intenso…….tan intenso… tan intenso…solo quería mas…..mas……..mas……

Se quedó tumbada pensando en él, tranquila, sintiendo aún coletazos de placer…y empezó a necesitar que él la abrazara, pero él no estaba allí…

No estaba allí…

Blondie

19 de octubre de 2006

Corazón

Hola Corazón ¿Qué te pasa?, ¿Qué te pasa Corazón?, ¿Por qué estas triste Corazón?

Todos saben Corazón que tu estas triste y cuando un Corazón está triste llora, llora en silencio y no para de llorar.

El sigue viviendo, sigue hablando y comiendo, sigue pensando y respirando, pero tu, Corazón, estas muy triste….tal vez él ni lo sepa, tu vives en él, Corazón, en su interior y el solo te siente palpitar y sabe que estas ahí, moviendo su cuerpo, pero tu, Corazón, estas muy triste…sabe que funcionas y que estas ahí……. pero ¿realmente sabe lo triste que estas?, ¿Qué ganaste Corazón con sufrir?, ¿Qué ganaste Corazón con admirarla?, le diste todo tu amor, toda tu vida y ahora Corazón estas muy triste…

Vete acostumbrando a las traiciones, Corazón, ya sabes que vas a encontrar muchas en tu vida, Corazón. Ahora ella te hace daño, Corazón, y tu sufres, Corazón.

Ella te traicionó Corazón y traicionó tu corazón, Corazón, ¿Cómo pudiste ser tan tonto Corazón?

¿Cuándo aprenderás Corazón, que naciste solo para latir, para bombear sangre, Corazón?

¿Y ahora que hacemos contigo Corazón?

Fuiste un incauto Corazón, no supiste ver que te traicionarían Corazón….Nunca pensaste que algún día ella te traicionaría ¿verdad Corazón?, pero las cosas son así Corazón. Su amor falso te dejó herido de muerte Corazón, te llenó de caricias y te embrujó con sus besos, Corazón, con sus mimos ,Corazón, besos que te hicieron soñar y llenarte de recuerdos imborrables, de esos que jamás olvidarás, Corazón.

Ella juró que te quería poniendo su mano en tu corazón, Corazón y fíjate lo que te pasó Corazón, te llenó de promesas de amor dulces, que te iluminaron y cuando mas seguro estabas, Corazón, ella, Corazón, te hirió de muerte, te dio un golpe traidor………………….

Cuántos años amándola ¿verdad Corazón?,cuantos momentos felices ¿verdad Corazón?
Pensaste que era para toda la vida, ¿no Corazón?

Creíste en ella cuando te regaló su amor, Corazón, y ahora solo sientes dolor por la traición, Corazón, mucho dolor, Corazón...

Y es que yo se que tú, Corazón, tienes vida propia, se que él camina aceptando su dolor, pero se que tu no lo aceptas, Corazón, no lo aceptas………..

Se como te sientes Corazón…….

Me gustaría ayudarte Corazón…….pero no sé Corazón…….

No sé Corazón……..

Si quisieras enseñarme Corazón……..


Blondie

18 de octubre de 2006

AMANTES

Los amantes se aman, lo dice la propia palabra, nacen para amarse contra todo viento y marea, necesitan amarse y se buscan, necesitan sentir y se follan, necesitan reir y lo hacen, necesitan el peligro y lo tienen, necesitan jugar a ser tramposos y disfrutan de ello, les produce morbo, un morbo que les hace sentir mas deseo solo por que es algo prohibido, pero se engañan, el amor que sienten es banal, sin solidez, es un amor muy fragil que se sustenta en el deseo y cuando muere el deseo, muere el amor....

Prefiero la expresión estúpida que se te pone en la cara con el enamoramiento, mil veces. Me apunto al enamoramiento ridículo en el que las horas te parecen segundos y los segundos eternos...

Yo jamás he tenido un amante, ni creo que lo tenga, los amantes me dan "repelus", no me gustan nada...cuando vienen a mi siento ganas de salir corriendo y es lo que hago...,huyo... y siento ganas de preguntarles, ¿por que juegas al amor de una manera tan burda? si el amor es maravilloso.......

Amantes........

Amantes enamorados eternamente, amantes que saben el valor de la palabra amar, amantes de esos que ya no abundan.....esos Amantes si molan, son amantes con mayúsculas.....¿existen?

Vaya sospecho que se trata de un especimen a extinguir.....de un bien escaso.....

¡¡lastima¡¡

Blondie

17 de octubre de 2006

Mi Flor

AMISTAD

Yo creo en la amistad, la amistad sincera, la que hace que creas en alguien, , que jamás dudes de nada, la que hace que sepas que por encima de todo, tu amigo es de ley.

Cuando tienes un amigo, aprendes a conocerle, buceas en su interior y descubres como es, aprendes a quererle y sobre todo aprendes a creer en el. La amistad te enseña el valor de lo legal, la amistad vale mas que los amores, infinitamente mas…Los amores están teñidos de pasiones, de rencores y de celos, los amores hacen daño, destrozan, aunque a veces te hagan tocar las estrellas, son relaciones interesadas, de trueque... los amores deterioran una relación, la hacen menos pura, menos desinteresada, mas egoísta.

No quiero amores, solo quiero amistad.

Cuando tengo un amigo, lo es ya para toda la vida, pero a veces un amigo te traiciona, te destroza, te falla y entonces te preguntas, ¿calibré bien esa amistad o me engañé?, creía que era mi amigo….y sufres por esa perdida…

Yo necesito que mi amigo crea en mi, que me conozca, que no dude jamás de cómo soy, de cómo me siento, de cómo pienso o respiro, que sepa solo con mi silencio si estoy bien o mal, que sepa cuando necesito calor porque siento mucho frio…,que me de calor cuando sienta que mi vida está rota, que perciba mi sensibilidad y que la haga suya, que me ame, que busque el cielo para mi y la luz y que siempre, siempre me haga sentir que puedo contar con él, con un hombro donde llorar o un pecho donde golpear, que sepa contener mi rabia y modificarla…

Pero ese amigo que yo busco, no existe, es imaginario, siempre surge el egoismo, el interés, los sentimientos escondidos, la rabia…. Y hace que esa amistad se muera.


Y es justo entonces cuando yo me digo - ¿pero otra vez?, ¿otra vez caiste en la trampa?, ¿cuándo creceras?, ¿nunca?. ¡¡Pues ya va siendo hora que aprendas¡¡, que sepas que solo tuviste un amigo, un amigo de verdad, desinteresado, que te amó, que te admiró y quiso lo mejor para ti, que te dio su inmenso cariño, que te acunó en tus momentos tristes, que te alabó en tus momentos de éxito, sin envidia, que siempre le pareciste la mas bella, la bella entre las bellas…que escuchó tus sueños y que supo ser crítico y duro, muy duro, cuando lo necesitaste.

Pero él ya no vive Blondie, ya no vive y jamás volverá a existir en tu vida un amigo de verdad…..jamás….aunque te engañes...jamás volverás a sentir el amor incondicional, ese amor que no pide nada a cambio…

Amistad, bonita palabra, está llena de todo, llena de amor, llena de deseo, llena a rebosar de calor, vacía de frialdad, vacía de rencor, de envidia, de dudas, de celos….

Voto por la amistad, aunque yo se que ya jamás la encontraré, que jamás encontraré un amante amigo, un novio amigo, un marido amigo…

Un amigo….

¿será ese mi amor imposible?

Blondie

16 de octubre de 2006

OTOÑO


Ahora si que empiezo a sentir el otoño en todo su esplendor y paseo por el parque entre hojarascas que chillan cuando las piso, protestando…

El parque de mi casa esta empezando a estar alfombrado de tonos pastel anunciando su llegada.

Tiempo para el recogimiento y para el silencio, para la retrospección, tiempo para intentar averiguar que buscas, que quieres, que anhelas

Tiempo para conocerte un poco mejor…

Tiempo para meditar…

Tiempo con menos luz, pero no por ello menos hermoso

Otoño poético y triste, otoño…

Y apetece escaparse a un bosque y disfrutarlo, pasearlo y empaparte de él.

Estoy pensando que lo voy a hacer, buscaré un lugar precioso y me marcharé…..y caminaré tranquila, acompañada por el crujir de la hojarasca y por mi música, disfrutando de los rayos de sol que asoman perezosos….

¿Cuándo? ¡¡ y que se yo¡¡, ni lo se…solo sé que iré…

----ooOoo----

Noelia no tenía prisa, tenía todo el tiempo de otoño para ella y eso era un hecho innegable, algo que nadie le podía arrebatar, solo quería pasear sin mas pretensiones.

Estaba cansada de arar la tierra y no quería trabajar, solo quería pasear.

Llebaba unas botas muy cómodas, de monte, atadas con cordones gordos marrones y tachuelas, sus calcetines asomaban por ellas multicolores, le gustaban mucho sus calcetines…no hacía nada de frío y decidió caminar aquél sendero pedregoso y polvoriento, quería subir la montaña, alcanzar la cima y sentarse allí, en lo alto, a disfrutar de la puesta de sol, de ese sol dorado de Castilla.. No necesitaba ya nada mas, había llegado a la conclusión que le sobraban muchas cosas…según iba caminando recordaba a Ginebra en su camino a Camelot, en aquella acequia y sonreía…

Pero la realidad era otra, solo escuchaba a los animales y el silencio, escuchaba el silencio, que la envolvía, le hacía sentirse arropada.

No tenía prisa…prefería disfrutar lentamente de ese paseo, no quería que llegase pronto la cima porque entonces se preguntaba, ¿y cuando llegue a la cima, que?. No estaba dispuesta a sucumbir a las garras de la insatisfacción o de la ansiedad, eso no iba con ella, ella quería beberse el camino, aprender cada centímetro de memoria, dibujarlo en sus ojos y no olvidarlo jamás…hacerlo suyo.

¡¡Pobre Noelia¡¡, que aún creía en tantas cosas….que pensaba que el camino estaba cuajado de experiencias inmensas…pero según avanzaba solo escuchaba el silencio y de silencios fue tejiendo su presente, su caminar, silencios que empezaban a ser su aliados, silencios hermosos, bellos hasta el infinito…

Se paró de súbito y miró relajada hacia los árboles que le rodeaban y comenzó a sentirse acompañada, los miró con descaro, con un tinte de provocación en su mirada, pero a la vez con una expresión feliz y plena, miró hacia la cima y pensó, - tal vez no llegue pero…¿y que?...¿y que?.....


Y continuó caminando, recogiendo hojas y tejiendolas, uniéndolas para hacerse un regalo, un hermoso regalo de hojarasca, que cuando secase sería como un recuerdo de un pasado que fue, de un pasado que perdurará durante toda su vida, que ya formaba parte de ella.

Se sentía feliz, estaba descubriendo que tal vez había comenzado a mirar sola el camino y sentía alivio.

Silencios….

Y comenzó a darse cuenta que esa era ya su experiencia…su increíble experiencia de un otoño incipiente.

De un otoño…. de este otoño, de otros muchos otoños que faltan por venir........

Blondie

10 de octubre de 2006

Es mio


Blondie

9 de octubre de 2006

Los Amantes del Guggenheim

Un vigilante nocturno encontró a los amantes durmiendo en un nudo de brazos y cabellos, envueltos en la espuma de un arruinado vestido de novia, en una de las salas del Museo Guggenheim en Bilbao. Eran las cinco de la madrugada, tal como sostuvieron primero el vigilante y luego los policías. El detective Aitor Larramendi agregó en su informe que regadas por todo el edificio había señales inconfundibles de una bacanal. Aunque jamás había asistido a una —hecho que secretamente lamentaba— su experiencia en toda suerte de vicios humanos le permitía detectar las huellas sin asomo de duda. La forma en que la atrevida pareja penetró al museo y permaneció allí, nunca quedó clara; los detenidos aseguraron haber pasado la noche adentro, pero los indignados guardias juran hasta hoy que eso es imposible, ya que ellos rondan sin descanso. Además, explicaron, las cámaras de televisión espían hasta el último pensamiento y las alarmas infrarrojas se disparan a la menor provocación.El museo está provisto de ojos mágicos que al parpadear activan una bullaranga de fin de mundo, alertando a la policía, a los bomberos y al director, hombre de constitución nerviosa, agobiado por el peso de la responsabilidad. Ni una cucaracha pasa desapercibida en el Guggenheim, aseguran los expertos en seguridad, mucho menos un par de locos explosivos como aquella pareja.

—Yo no vi un alma en toda la noche
—dijo la muchacha cuando recuperó el entendimiento en una clínica de rehabilitación, once horas más tarde.

Se la habían llevado los paramédicos en una camilla, cubierta como un cadáver, pero todos pudieron vislumbrar las formas de su cuerpo bajo la sábana. Por el suelo arrastraba la cola del vestido de velos y el cabello oscuro de sirena.Entre tanto dos uniformados condujeron al muchacho, desnudo y esposado, a un carro policial. Los testigos quedaron conmovidos y envidiosos.

—De vigilantes, nada, hombre, Esos tíos estarían jugando cartas o mirando la televisión. Medio mundo estaba anoche frente a la tele, por el escándalo del Papa ¿sabe? Ella y yo anduvimos por todas partes persiguiéndonos como conejos, yo tal como mi madre me echó al mundo y ella siempre con su vestido de novia, porque no pude desabrocharle esos botoncitos de pulga —corroboró más tarde el joven, detenido en el cuartel de policía.

El detective Larramendi recuperó las flores marchitas del ramo nupcial, que se hallaban desparramadas en los diversos pisos. Las rosas, que fueran blancas en su estado virginal, yacían por los suelos de mármol convertidas en amarillentos moluscos, impregnando el aire del Guggenheim con un olor imposible a tumba de cortesana. El vestido con sus doce metros de gasa translúcida, que nuevo debe haber sido una nube prisionera entre las costuras, estaba reducido a una piltrafa mancillada por las huellas inconfundibles del amor. La falda y la enagua de tres vuelos habían servido de almohada y la cola de reina había barrido un sesenta y seis por ciento de los suelos de mármol, como precisó el detective después de concienzudo examen.Larrarnendi, bien apodado «el mastín de Bilbao», es un hombre que inspira respeto con su metro cincuenta y cinco de estatura, su esqueleto de lagartija y su enorme bigote de morsa pegado en la cara como una humorada de peluquero. El mismo funcionario encontró jirones de organza, cabellos ensortijados y restos de fluidos corporales. Con su instinto de sabueso pudo percibir el recuerdo de las caricias, los estremecimientos y los susurros de los sospechosos, que flotaban en el aire detenido del museo desde la entrada hasta la última sala del fondo a la derecha, pero no pudo hallar una sola botella vacía, corcho olvidado, colilla de marihuana o aguja de heroína, a pesar de su legendaria capacidad para descubrir rastros de culpabilidad donde no los hay. Larramendi no logró probar, por lo tanto, que los detenidos hubieran violado el reglamento del museo en ese respecto. La muchacha del vestido de novia debió haberse embriagado antes de penetrar al recinto, dedujo magistralmente el detective. En cuanto al hombre que estaba con ella, al examinarlo sólo encontraron rastros mínimos de marihuana en la orina.Como el reglamento del museo no se refiere específicamente a la fornicación en ninguna de sus variantes, la justicia sólo podía castigar a la pareja por permanecer dentro del edificio después de la hora del cierre, un delito menor, teniendo en cuenta que aparte de ensuciar un poco los pisos, no hicieron daño; al contrario, según testimonio de los empleados, al día siguiente todo resplandecía como bañado de luz solar, aunque afuera seguía lloviendo sin tregua. Había llovido la semana entera.

—Por eso entramos, por la lluvia —dijo la muchacha— A mí la humedad me encrespa mucho el pelo.
—Por qué ibas vestida de novia? —la interrogó Aitor Larramendi.
—Porque no tuve tiempo de cambiarme.
—Dónde se casaron?
—Quiénes?
—Tú y Pedro Berastegui —masculló el policía, haciendo un tremendo esfuerzo por permanecer calmado.
—Y ése ¿quién es?
—Quién va a ser, mujer! Tu marido o tu novio, en fin, el tipo que estaba contigo en el museo.
—Se llama Pedro? Bonito nombre. Es un nombre muy viril... ¿no le parece, inspector?
— Volvamos al principio.¿Dónde y cuándo se conocieron?
—No me acuerdo, Las copas no me sientan bien a la cabeza, me tomo dos y me pongo como boba.
—Eso es evidente. Estabas completamente intoxicada.
—De amor...
—De amor dices, pero no sabes con quién estabas jodiendo en el museo.
—Ni idea.
—Cómo entraron?
—Por la puerta, claro.
—O sea, se introdujeron al establecimiento a la hora en que aún estaba abierto al público.
—No, ya estaba cerrado, me parece...
En su testimonio Pedro Berastegui, el afortunado joven a quien la prensa llamó «el mago del amor>, aseguró también que el museo parecía cerrado, pero ellos no tuvieron problema alguno para entrar, empujaron las puertas y éstas cedieron blandamente. Adentro reinaba una suave penumbra y la calefacción debía estar encendida, porque en ningún momento tuvieron frío, aseguró.
—Es por las obras de arte, debemos mantenerlas a temperatura y humedad constantes —explicó el extenuado director del museo a Larramendi, y agregó que los acusados no podían haber ingresado al edificio como decían, porque a las cinco y cuarto en punto las puertas se trancan a machote con un sistema electrónico.
—Entramos sin problemas —repitió Pedro por centésima vez, fiel a su primera versión.
—¿Y qué pasó entonces? —inquirió Larramendi.
—Pretende que le cuente los detalles, inspector? Amarnos toda la noche, eso es lo que hicimos. —Dónde y cuándo conociste a Elena Etxebarría?
—Con que así se llama! Elena... como Elena de Troya...

Aitor Larramendi concluyó que los transgresores no se conocían antes de cometer el delito y debió admitir, a regañadientes, que no hubo premeditación ni alevosía en sus actos.

Aquel sábado memorable Elena Etxebarría iba a casarse con su novio de toda la vida, un buen hombre que trabajaba en la modesta panadería de su padre y había sido nada menos que arquero del equipo de fútbol del Colegio San Ignacio de Loyola. Sin embargo, según averiguó el inspector al interrogar astutamente al jesuita que iba a desposarlos, así como a varios testigos presénciales, la boda de Elena Etxebarría y el futbolista nunca se llevó a cabo.Le contaron que la novia entró trastabillando a la iglesia, sostenida apenas por el brazo poderoso de su hermano mayor, con una hora de atraso y sollozando como viuda. Su llanto impedía oír con claridad los acordes de la marcha nupcial en el órgano. Otro indicio de que la novia no estaba en sus cabales fue que antes de llegar al altar se quitó los zapatos, lanzándolos lejos de dos patadas, y la evidencia final de su descontento se produjo cuando de súbito dio media vuelta y salió disparada del templo, dejando al futbolista, al oficiante y al resto de la concurrencia en un palmo de narices.No volvieron a saber de ella hasta el día siguiente, cuando apareció su fotografía en El Correo Español bajo el título de «Los Misteriosos Amantes del Guggenheim»,

—Repito: ¿dónde se conocieron? —insistió el detective.
—En la barra del bar de Iñigo y apenas la vi me llamó la atención —dijo Pedro Berastegui en su testimonio.
—Por qué? —preguntó el detective Aitor Larramendi,
—Por qué , qué
—Por qué te llamó la atención, hombre.
—Bueno, no se encuentran a cada rato tías vestidas de novia, llorando y bebiendo como cosacos en un bar.
—Qué hiciste entonces?
—Le hablé.
—Sigue.
—Ella me lanzó una mirada y me enamoró. Así no más fue, se lo juroTenía el maquillaje hecho una porquería, parecía un payaso, pero esos ojos verdes de faraona se me clavaron en el corazón. Se lo digo, inspector, nunca me había pasado algo así. Sentí un corrientazo brutal, como meter el dedo en un enchufe.
--Y ella?
—Ella puso la cabeza en mi pecho y siguió llorando como una cría. No supe qué hacer. Después de un rato me la llevé al baño y le lavé la cara. Le pregunté por qué lloraba tanto y me dijo que su novio era un cretino sin remedio. Entonces le ofrecí casarme con ella allí mismo.
—Estaban ebrios, claro.
—Ella estaba un poquín mareada, pero yo no bebo. Soy abstemio, que le dicen. Me había fumado un pito, pero de alcohol, nada. Al bar fui sólo a cobrarle a Iñigo una apuesta que habíamos hecho por lo del Sumo Pontífice.
—Qué te contestó ella?
—Dijo que bueno, que se casaría conmigo para aprovechar el vestido. Después me besó de lleno en la boca.
—Y tú?
—La besé también ¿no habría hecho usted lo mismo? No podíamos despegarnos, nos besábamos apurados, desesperados. Fue amor a primera vista, como en el cine.

—Entonces?
—Entonces interrumpió el pesado de Iñigo y nos echó a la calle, dijo que nos fuéramos a un motel, que éramos unos desvergonzados. Todo para no pagarme la apuesta.
—Sigue.
—Nos fuimos. Echamos a andar sin rumbo, andábamos buscando una tasca para reponer un poco el cuerpo, nos habría venido bien un bocadillo, pero no encontramos ninguna.Se largó a llover suavecito y no teníamos paraguas; la cubrí con mi chaqueta, pero no había modo de evitar que se le arruinara el vestido. Quise llevarla a mi piso, pero me acordé que mi madre estaría con mis tíos viendo la tele, por el escándalo del Papa ¿sabe?

—Sí, hombre, ya lo sé.
—Entonces el museo se me apareció por delante, como un truco de ilusionismo. Una maravilla!

Y Pedro Berastegui enmudeció, perdido en los recuerdos de su espléndida noche.

—Continúa, carajo! —lo conminó el detective.
—Se me ocurrió que allí podíamos cobijarnos y corrimos por esa larga explanada que hay frente a las puertas del museo, la conoce ¿verdad?
—Nadie los detuvo? ¿Dónde estaban los guardias?
—No había nadie, lo que se dice nadie, inspector.
--Y?-
—Se lo dije, apenas tocamos la puerta se abrió, invitándonos a entrar. Ella me besó de nuevo y me dijo que quería cruzar el umbral en brazos, como una novia de verdad. Traté de levantarla pero me enredé en la cola del vestido y nos caímos, muertos de risa. Quisimos ponernos de pie y resbalamos de nuevo, por último entramos a gatas, besándonos y riéndonos y tocándonos por todas partes. Ahora sé cómo es la locura de amor, inspector. Yo nunca había...
—Vas a decirme que no averiguaste su nombre ni por qué andaba vestida de novia? —lo interrumpió el detective, quien llevaba veintitrés años de aburrido matrimonio y en el fondo no deseaba enterarse de placeres que tal vez nunca podría experimentar.
—No se me ocurrió, es la verdad, inspector. Además yo no soy hombre de muchas palabras, voy directo al grano ¿me entiende?

Larramendi también es de los que prefieren ir directo al grano, pero después, al interrogar a Elena Etxebarría, se propuso utilizar cierta sutileza con el fin de no asustarla.

—Eres puta? —le preguntó.

La chica, sentada muy tiesa en una silla de la clínica de rehabilitación, con su bata de loca y el cabello recogido en una larga cola de caballo, se echó a llorar, humillada. Entre hipos manifestó que se había educado en las monjas, había preservado intacta su virginidad hasta la noche del museo y no pensaba tolerar que un macaco bigotudo y patizambo la insultara de gratis, qué se había imaginado, a ver qué harían sus tres hermanos cuando lo supieran.

—Bueno, niña, cálmate. Es una pregunta de rutina, sin mala intención. Es que me parece un poco raro que Berastegui y tú hicieran lo que hicieron así no más, sin ser presentados, sin saber ni el nombre del otro, nada...
—Fue como si nos conociéramos de siempre, inspector, como si hubiéramos estado juntos en otra vida. ¿Usted cree en la reencarnación?
—No. Soy cristiano.
—Yo también, pero una cosa no quita la otra, si usted lo piensa bien. Al momento de cruzar el umbral del museo fue como si estuviéramos casados ante Dios y el registro civil —dijo Elena y procedió a contarle que con su novio, el de antes, el futbolista, no sentía nada.
—Se imagina, inspector? Así es el destino. Si no salgo escapando de la iglesia y no entro en ese bar, no habría conocido nunca el amor verdadero —agregó.
—Esto no es amor, mujer, es lujuria, es puro delirio etílico. ¿Cómo explicas que ustedes dos pasaran la noche entera dando brincos por el museo y no quedaran grabados en las cámaras de vídeo?
—Tal vez nos volvimos transparentes...
—Mucho cuidado con el sarcasmo!
—No sabe que el Guggenheim está embrujado, inspector?
—Qué brutalidades dices? ¡Es el museo más moderno del mundo! —la interrumpió el detective Aitor Larramendi, aunque sabía muy bien a qué se refería la joven de los ojos verdes.

Los rumores habían circulado apenas comenzó la construcción del edificio: decían que era humanamente imposible hacer algo de tal belleza sin pactar con las fuerzas del Otro Lado.

—Ese edificio está erizado de alarmas. No me explico cómo ninguna funcionó,
—Está seguro de que estábamos en el museo?
—Me estás tomando el pelo? —Se lo pregunto en serio, inspector. Si estaba cerrado, como dice, y si no sonaron las alarmas, tal vez nunca estuvimos allí. La verdad es que donde hicimos el amor no parecía un museo, lo recuerdo como un palacio de cristal, una ciudadela de otro planeta, como las que salen en las películas.
—Cómo así? —preguntó Larramendi también por rutina, porque ya estaba cansado de todo ese asunto.
—Por las ventanas veíamos caer diamantes, había una música de cascada...
—Lluvia, hija, era lluvia.
—Y un olor tenue de ciruelas maduras.
—Serían las rosas de tu ramo.
—No. Eran ciruelas. ¿Ha olido las ciruelas en verano, inspector? Es una fragancia espesa, deja la boca llena de urgencias.
—Está bien, olía a ciruelas.
—Usted dice que nos metimos en el Guggenheim, pero yo le digo que estábamos en un lugar fantástico, no había paredes, sólo vastos espacios de luz.
—Los muros son de cemento, Elena.
—Créame, eran salas imaginarias, palpitantes y mórbidas. No sólo se oía el agua, estoy segura de que algo vibraba en el aire, como un murmullo, como ese río de palabras que se dicen sin pensar cuando uno hace el amor. ¿Sabe a qué me refiero?
-No.
—Lástima, Bueno, entonces empezamos a flotar.
—Cómo es eso de flotar?
—Nunca ha estado enamorado, inspector?
—Aquí las preguntas las hago yo ¿entendido?
—Íbamos flotando, de la mano, llevados por una brisa que inflaba los velos de mi vestido.
—Dentro del edificio no hay brisa. Sería la calefacción.
—Eso mismo, inspector. Pedro, así me dijo que se llama no?, se despojó de los pantalones, la camisa, los calzoncillos y su ropa también flotaba, como globos de cumpleaños.
—Actos indecentes en un lugar público—determinó enfático el inspector.
—No había público. Pedro quiso quitarme el vestido, pero no pudo desabrocharlo. Esos botoncitos son imposibles sabe?
—Vas a decirme que seguían volando como moscas?
—Así mismo. Una vez que recorrimos todas las salas y nos metimos dentro de las pinturas y nos bebimos los colores y jugamos en el laberinto y bailamos con las esculturas, entonces aterrizamos.
—Dónde exactamente? —quiso averiguar Aitor Larramendi.
—Qué sé yo!

El mastín de Bilbao suspiró: la muchacha tenía menos cerebro que un pollo. Volvió al cuartel, donde Pedro Berastegui, todavía esposado, bebía café y comentaba el escándalo del Papa con dos detectives de turno. Larramendi no era partidario de confraternizar con los detenidos, porque se perdía autoridad y se violaba el reglamento. Después de arrebatarle el vaso de cartón de las manos, condujo de un ala al joven rumbo al cuarto verde de los interrogatorios.

—Así es que no le preguntaste el nombre a la chica —lo espetó, retornando sus preguntas donde las había dejado horas antes.
—No hubo tiempo para mucha conversación, estábamos algo ocupados ¿sabe?
—Haciendo el amor como perros —lo interrumpió el inspector.
—Como ángeles, diría yo.
—Como un par de enajenados en pelotas.
—Yo sí, lo admito, pero ella tenía puesto el vestido y estaba cubierta por sus cabellos sueltos. ¿Vio qué lindo pelo tiene? Pura seda, como de muñeca.
—Ahórrate las metáforas, Berastegui. ¿Cómo desconectaste las alarmas y los televisores?
—Yo no toqué ninguna cosa. En ese museo pasan cosas raras. Mi tío, el cojo, hermano de mi madre, tuvo que ir a reparar el ascensor la noche del Viernes Santo y dice que con sus propios ojos vio a una estatua moverse.
—Cuál?
—Una de esas torcidas con intestinos.
—Cómo se llama tu tío?
—No se meta con mi familia, inspector —replicó Pedro Berastegui, terminante.

El muchacho corroboró punto por punto las declaraciones de Elena Etxebarría. A pesar de su astucia legendaria para sorprender a los sospechosos en contradicciones fatales, Aitor Larramendi debió admitir que carecía de pruebas para mandar a ese par a la cárcel por algunos meses, como seguramente merecían. Sin embargo, la derrota no lo puso de mal humor, por el contrario, debió hacer un esfuerzo para dominar la ligereza en los pies y el asomo de sonrisa que pugnaban por delatar su verdadero estado de ánimo. Por primera vez su oxidado corazón de policía se regocijó ante un delito impune. Mal que mal, dedujo, se trataba de un vicio de amor, Muchos sostenían, como el tío cojo de Pedro Berastegui, que por la noche en el museo las estatuas bailaban la conga, las figuras salían de las pinturas a pasear por las salas y el espacio se llenaba de espíritus juguetones. Entre las conjeturas que se hizo el sagaz detective, estaba la posibilidad de que los amantes hubieran ingresado al Guggenheim en el instante preciso en que el edificio entraba en la dimensión de los sueños y así cayeron, sin proponérselo, en el tiempo que no marcan los relojes. Sería difícil explicar esta teoría a sus superiores, concluyó el detective pisando la colilla de su cigarro, pero con un poco de suerte tal vez no habría necesidad de hacerlo. Era época de elecciones, había problemas con los terroristas y huelga del Servicio Nacional de Salud, la situación no daba para perder el tiempo con enamorados mágicos. El Guggenheim no era más que un museo y ¿a quién le importa el arte? Si los chicos hubieran violado la seguridad del Banco de Bilbao, eso ya sería otra cosa.

Pocos días más tarde Aitor Larramendi cerró la carpeta del caso y la colocó al fondo del armario de los asuntos indefinidamente postergados, donde la lenta piedra de moler de la burocracia acabaría por reducirla a polvo. La prensa, ocupada todavía con el escándalo del Vaticano, olvidó pronto a los misteriosos amantes del Guggenheim. El más afectado fue el director del museo, quien no logró quitarse la angustia, a pesar de que reemplazó a los guardias, instaló un nuevo sistema de seguridad y contrató a una célebre psíquica holandesa para desembrujar el museo.

En cuanto a los protagonistas de aquel escándalo de amor, digamos simplemente que cuando Elena Etxebarría recogió el vestido de novia de la tintorería, Pedro Berastegui la esperaba en la esquina con un ramo de rosas frescas en la mano.

Isabel Allende

8 de octubre de 2006

7 de octubre de 2006

Canciones Que Nunca Te Pondría A Las Cinco De La Tarde Tomando Té

Canciones Que Nunca Te Pondría A Las Cinco De La Tarde Tomando



http://www.evoca.com/myrecordings/recBlogForIFrame.jsp?rid=20726&teu

6 de octubre de 2006

Canciones Que Nunca Te Pondria A Las Tres De La Mañana

Canciones Que Nunca Te Pondría A Las Tres De La Mañana


http://evoca.com/myrecordings/recBlogForIFrame.jsp?rid=20292&teu

5 de octubre de 2006

Un tipo del Sur........

Llevo unos cuantos años en estos lugares, camino tranquilo por la vida disfrutando de lo que me ha tocado vivir, feliz al ver que hago exactamente lo que quiero, sin importarme para nada lo que opinen los demás Soy un hombre normal, uno de eso tipos que abundan, no soy ni guapo ni feo, aunque tengo algo que yo pienso que me hace diferente, soy fuerte y serio pero a la vez muy débil, tiemblo como un niño ante algo que no controlo, hace que me asuste, pero pronto lo supero, por algo soy un tipo duro.

He ido viviendo según lo estipulado, no me he saltado jamás la raya, soy un tipo muy responsable, no me he permitido la mas mínima excentricidad y me gusto mucho así, no ansío mas, ni lo busco, simplemente disfruto de lo que tengo sin pararme a pensar si es o no intenso.

No necesito intensidades, ni metas ni logros, soy llano y bastante intelectual, meticuloso con mis cosas y muy estricto con mi intimidad, ¡¡ por algo es mía ¡¡.

Vivo en un pequeño pueblo del sur, disfruto del campo y del sol y no aspiro a nada especial, solo quiero seguir con esta vida, que me hace feliz, no quiero ir a la capital.

Busco cada día algo nuevo para leer, me gusta descubrir en la literatura lo fascinante que es la vida, me gusta salir con los amigos, entre risas y tacos, fumando, por que me gusta mucho fumar......

Siento deseo, pero el justo, hambre, pero solo el necesario, ira, cuando me perturban y paz cuando leo, no se lo que es soñar, ni pienso averiguarlo. No entiendo de pasiones ni de ternuras, esas cosas no son para mí, jamás me planteé que es sentir y por eso siento tanto y tanto...

Me gustan los estereotipos y así estoy bien, soñar es de idiotas de esos individuos que creen que existe algo mas, ¡¡ingenuos¡¡ ¿como pueden pensar que un sueño te puede hacer volar?

A veces cuando me paso de copitas, soy un poco más chisposo, aunque poco, por que enseguida vienen los fantasmas y me recojo.......

Tengo muy mal genio, aunque lo controlo, pero cuando sale me asusto y me veo como un ser horrible, pero continuo...y después cuando llega la calma, lo pienso y me doy cuenta de mi torpeza

Soy demasiado sensible para determinadas cosas, pero aquí no las diré, pues ya dije que soy muy celoso de mi intimidad, así que se quedaran ustedes con las ganas de saberlo y además ¡¡ni falta que les hace¡¡.

Blondie

4 de octubre de 2006

Si ella me faltara alguna vez..........

Se había prometido que no volvería a pensar en ella, quería leer un rato y ver la tele, estaba tranquilo y solo queria disfrutar de su soledad.
La noche del sábado se presentaba de esa manera, solitaria y serena, estaba aburrido y ya no quería pensar mas.

Empezó a leer pero no se concetraba, siempre le había costado concentrarse cuando oscurecía, cuando se marchaba la luz venían sus fantasmas y siempre los rechazaba, pero volvian siempre, por mas que se negara a recibirlos.

Miró la televisión y no ponían nada especial, asi que decidió dar una vuelta. Salío a la calle y se montó en el coche sin rumbo fijo, vió un bar que parecía que estaba muy animado y decidió entrar a tomarse una copa.Era su primera noche solo, después de tanto tiempo con ella y se sentía perdido, sentía una especie de angustia y atasco, sabía que no volvería a verla jamás, eso lo tenía claro, pero lo que no tenía tan claro es que haría con su vida a partir de ahora.

Habían sido años intensos de amor y desamor, de peleas y alegrias, de pasiones y deseos, de andar siempre con ella, y ahora ella se había marchado sin pedir permiso, sin consultarle. ¿Acaso él le había dado permiso para que dejara de respirar?. estaba furioso con ella, la muy cabrona le había dejado solo en la vida, completamente tirado ¿y ahora que haría él? ¿como podría vivir el resto de su vida?
Se aproximó a la barra y pidió una ginebra y se dispuso a mirar, no quería pensar pero tampoco quería olvidar, estaba realmente jodido, después de dos años empezaba a no poder ver el brillo de su mirada y eso le producía una angustía insuperable.Jamás te olvidaré se decía cuando la abrazaba en su cama, mientras lloraba amargamente....pero ahora no podía ver con nitidez el brillo de su mirada.........

Sonaba una canción..........
Si ella me faltara alguna vez....... -escuchaban juntos tantas y tantas veces a Pablo Milanés- Si ella me faltara alguna vez..........nadie me podría acompañar.........nadie ocuparía ese lugar..........que descubro en cada amanecer............si me faltara alguna vez..........si ella me dejara de querer..........cuando la contemplo al despertar..........toda la pureza que me da...............nunca la podré corresponder............... si me dejara de querer..........si ella se olvidara de cantar............ese hermoso mundo que me da..............¿como volvería a predicar?........si fué su palabra mi verdad..............si se olvidara de cantar.........si ella no inundara esta ciudad...........todo cambiaria de color...........gozaria de otra claridad..............cuando miro y pienso con dolor............si no inundara esta ciudad...........si ella me faltara alguna vez................si ella me dejara de querer...........si ella se olvidara de cantar............si ella no inundara esta ciudad...............yo escribiría esta canción............
Yo escribiria esta canción................

Blondie

3 de octubre de 2006

El avión de la bella durmiente.....

Gabriel García Márquez
(Aracataca, Colombia 1928—)


El avión de la Bella Durmiente


Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesiá que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de las bugambilias. “Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida”, pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacía la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de París. Fue una aparición sobrenatural que existió sólo un instante y, desapareció en la muchedumbre del vestíbulo.
Eran las nueve de la mañana. Estaba nevando desde la noche anterior, y el tránsito era más denso que de costumbre en las calles de la ciudad, y más lento aún en la autopista, y había camiones de carga alineados a la orilla, y automóviles humeantes en la nieve. En el vestíbulo del aeropuerto, en cambio, la vida seguía en primavera.
Yo estaba en la fila de registro detrás de una anciana holandesa que demoró casi una hora discutiendo el peso de sus once maletas. Empezaba a aburrirme cuando vi la aparición instantánea que me dejó sin aliento, así que no supe cómo terminó el altercado, hasta que la empleada me bajó de las nubes con un reproche por mi distracción. A modo de disculpa le pregunté si creía en los amores a primera vista. “Claro que sí”, me dijo. “Los imposibles son los otros”. Siguió con la vista fija en la pantalla,de la computadora, y me preguntó qué asiento prefería: fumar o no fumar.
—Me da lo mismo —le dije con toda intención—, siempre que no sea al lado de las once maletas.
Ella lo agradeció con una sonrisa comercial sin apartar la vista de la pantalla fosforescente.
—Escoja un número —me dijo—: tres, cuatro o siete.
—Cuatro.
Su sonrisa tuvo un destello triunfal.
—En quince años que llevo aquí —dijo—, es el primero que no escoge el siete.
Marcó en la tarjeta de embarque el número del asiento y me la entregó con el resto de mis papeles, mirándome por primera vez con unos ojos color de uva que me sirvieron de consuelo mientras volvía a ver la bella. Sólo entonces me advirtió que el aeropuerto acababa de cerrarse y todos los vuelos estaban diferidos.
—¿Hasta cuándo?
—Hasta que Dios quiera —dijo con su sonrisa. La radio anunció esta mañana que será la nevada más grande del año.
Se equivocó: fue la más grande del siglo. Pero en la sala de espera de la primera clase la primavera era tan real que había rosas vivas en los floreros y hasta la música enlatada parecía tan sublime y sedante como lo pretendían sus creadores. De pronto se me ocurrió que aquel era un refugio adecuado para la bella, y la busqué en los otros salones, estremecido por mi propia audacia. Pero la mayoría eran hombres de la vida real que leían periódicos en inglés mientras sus mujeres pensaban en otros, contemplando los aviones muertos en la nieve a través de las vidrieras panorámicas, contemplando las fábricas glaciales, los vastos sementeras de Roissy devastados por los leones. Después del mediodía no había un espacio disponible, y el calor se había vuelto tan insoportable que escapé para respirar.
Afuera encontré un espectáculo sobrecogedor. Gentes de toda ley habían desbordado las salas de espera, y estaban acampadas en los corredores sofocantes, y aun en las escaleras, tendidas por los suelos con sus animales y sus niños, y sus enseres de viaje. Pues también la comunicación con la ciudad estaba interrumpida, y el palacio de plástico, transparente parecía una inmensa cápsula espacial varada en la tormenta. No pude evitar la idea de que también la bella debía estar en algún lugar en medio de aquellas hordas mansas, y esa fantasía me infundió nuevos ánimos para esperar.
A la hora del almuerzo habíamos asumido nuestra conciencia de náufragos. Las colas se hicieron interminables frente a los siete restaurantes, las cafeterías, los bares atestados, y en menos de tres horas tuvieron que cerrarlos porque no había nada qué comer ni beber. Los niños, que por un momento parecían ser todos los del mundo, se pusieron a llorar al mismo tiempo, y empezó a levantarse de la muchedumbre un olor de rebaño. Era el tiempo de los instintos. Lo único que alcancé a comer en medio de la rebatiña fueron los dos últimos vasos de helado de crema en una tienda infantil. Me los tomé poco a poco en el mostrador, mientras los camareros ponían las sillas sobre las mesas a medida que se desocupaban, y viéndome a mí mismo en el espejo del fondo, con el último vasito de cartón y la última cucharita de cartón, y pensando en la bella.
El vuelo de Nueva York, previsto para las once de la mañana, salió a las ocho de la noche. Cuando por fin logré embarcar, los pasajeros de la primera clase estaban ya en su sitio, y una azafata me condujo al mío. Me quedé sin aliento. En la poltrona vecina, junto a la ventanilla, la bella estaba tomando posesión de su espacio con el dominio de los viajeros expertos. “Si alguna vez escribiera esto, nadie me lo creería”, pensé. Y apenas si intenté en mi media lengua un saludo indeciso que ella no percibió.
Se instaló como para vivir muchos años, poniendo cada cosa en su sitio y en su orden, hasta que el lugar quedó tan bien dispuesto como la casa ideal donde todo estaba al alcance de la mano. Mientras lo hacía, el sobrecargo nos llevó la champaña de bienvenida. Cogí una copa para ofrecérsela a ella, pero me arrepentí a tiempo. Pues sólo quiso un vaso de agua, y le pidió al sobrecargo, primero en un francés inaccesible y luego en un inglés apenas más fácil, que no la despertara por ningún motivo durante el vuelo. Su voz grave y tibia arrastraba una tristeza oriental.
Cuando le llevaron el agua, abrió sobre las rodillas un cofre de tocador con esquinas de cobre, como los baúles de las abuelas, y sacó dos pastillas doradas de un estuche donde llevaba otras de colores diversos. Hacía todo de un modo metódico y parsimonioso, como si no hubiera nada que no estuviera previsto para ella desde su nacimiento. Por último bajó la cortina de la ventana, extendió la poltrona al máximo, se cubrió con la manta hasta la cintura sin quitarse los zapatos, se puso el antifaz de dormir, se acostó de medio lado en la poltrona, de espaldas a mí, y durmió sin una sola pausa, sin un suspiro, sin un cambio mínimo de posición, durante las ocho horas eternas y los doce minutos de sobra que duró el vuelo a Nueva York.
Fue un viaje intenso. Siempre he creído que no hay nada más hermoso en la naturaleza que una mujer hermosa, de modo que me fue imposible escapar ni un instante al hechizo de aquella criatura de fábula que dormía a mi lado. El sobrecargo había desaparecido tan pronto como despegamos, y fue reemplazado por una azafata cartesiano que trató de despertar a la bella para darle el estuche de tocador y los auriculares para la música. Le repetí la advertencia que ella le había hecho al sobrecargo, pero la azafata insistió para oír de ella misma que tampoco quería cenar. Tuvo que confirmárselo el sobrecargo, v aun así me reprendió porque la bella no se hubiera colgado en el cuello el cartoncito con la orden de no despertarla.
Hice una cena solitaria, diciéndome en silencio lo que le hubiera dicho a ella si hubiera estado despierta. Su sueño era tan estable, que en cierto momento tuve la inquietud de que las pastillas que se había tomado no fueran para dormir sino para morir. Antes de cada trago, levantaba la copa y brindaba.
—A tu salud, bella.
Terminada la cena apagaron las luces, dieron la película para nadie, y los dos quedamos solos en la penumbra del mundo. La tormenta más grande del siglo había pasado, y la noche del Atlántico era inmensa y limpida, y el avión parecía inmóvil entre las estrellas. Entonces la contemplé palmo a palmo durante varias horas, y la única señal de vida que pude percibir fueron las sombras de los sueños que pasaban por su frente como las nubes en el agua. Tenía en el cuello una cadena tan fina que era casi invisible sobre su piel de oro, las orejas perfectas sin puntadas para los aretes, las uñas rosadas de la buena salud, y un anillo liso en la mano izquierda. Como no parecía tener más de veinte años me consolé con la idea de que no fuera un anillo de bodas sino el de un noviazgo efímero. “Saber que duermes tú, cierta, segura, cauce fiel de abandono, línea pura, tan cerca de mis brazos maniatados”, pensé, repitiendo en la cresta de espúmas,de champaña el soneto magistral de Gerardo Diego. Luego extendí la poltrona a la altura de la suya, y quedamos acostados más cerca que en una cama matrimonial. El clima de su respiración era el mismo de la voz, y su piel exhalaba un hálito tenue que sólo podía ser el olor propio de su belleza. Me parecía increíble: en la primavera anterior había leído una hermosa novela de Yasunarl Kawabata sobre los ancianos burgueses de Kyoto que pagaban sumas enormes para pasar la noche contemplando a las muchachas más bellas de la ciudad, desnudas y narcotizadas, mientras ellos agonizaban de amor en la misma cama. No podían despertarlas, ni tocarlas, y ni siquiera lo intentaban, porque la esencia de¡ placer era verlas dormir. Aquella noche, velando el sueño de la bella, no sólo entendí aquel refinamiento senil, sino que lo viví a plenitud.
—Quién iba a creerlo —me dije, con el amor propio exacerbado por la champaña—: Yo, anciano japonés a estas alturas.
Creo que dormí varias horas, vencido por la champaña y los fogonazos mudos de la película, Y desperté con la cabeza agrietada. Fui al baño. Dos lugares detrás del mío yacía la anciana de las once maletas despatarrada de mala manera en la poltrona. Parecía un muerto olvidado en el campo de batalla. En el suelo, a mitad del pasillo, estaban sus lentes de leer con el collar de cuentas de colores, y por un instante disfruté de la dicha mezquina de no recogerlos.
Después de desahogarme de los excesos de champaña me sorprendí a mí mismo en el espejo, indigno y feo, y me asombré de que fueran tan terribles los estragos del amor. De pronto el avión se fue a pique, se enderezó como pudo, y prosiguió volando al galope. La orden de volver al asiento se encendió. Salí en estampida, con la ilusión de que sólo las turbulencias de Dios despertaran a la bella, y que tuviera que refugiarse en mis brazos huyendo del terror. En la prisa estuve a punto de pisar los lentes de la holandesa, y me hubiera alegrado. Pero volví sobre mis pasos, los recogí, y se los puse en el regazo, agradecido de pronto de que no hubiera escogido antes que yo el asiento número cuatro.
El sueño de la bella era invencible. Cuando el avión se estabilizó, tuve que resistir la tentación de sacudirla con cualquier pretexto, porque lo único que deseaba en aquella última hora de vuelo era verla despierta, aunque fuera enfurecida, para que yo pudiera recobrar mi libertad, y tal vez mi juventud. Pero no fui capaz. “Carajo”, me dije, con un gran desprecio. “¡Por qué no nací Tauro!”.
Despertó sin ayuda en el instante en que se encendieron los anuncios del aterrizaje, y estaba tan bella y lozana como si hubiera dormido en un rosal. Sólo entonces caí en la cuenta de que los vecinos de asiento en los aviones, igual que los matrimonios viejos, no se dan los buenos días al despertar. Tampoco ella. Se quitó el antifaz, abrió los ojos radiantes, enderezó la poltrona, tiró a un lado la manta, se sacudió las crines que se peinaban solas con su propio peso, volvió a ponerse el cofre en las rodillas, y se hizo un maquillaje rápido y superfluo, que le alcanzó justo para no mirarme hasta que la puerta se abrió. Entonces se puso la chaqueta de lince, pasó casi por encima de mí con una disculpa convencional en castellano puro de las Américas, y se fue sin despedirse siquiera, sin agradecerme al menos lo mucho que hice por nuestra noche feliz, y desapareció hasta el sol de hoy en la amazonia de Nueva York.

Junio 1982.

Hoy

Hoy quería escribir algo bonito pero no puedo.......

Hoy quería decir muchas cosas pero solo callo............

Hoy quería pensar solo en hoy, pero pienso en ayer y en mañana......

Hoy quería tocar la luna, pero no la veo............

Hoy quería gritar, pero silencio............

Hoy quería llorar, pero rio............

Hoy quería cantar, pero solo escucho Madredeus.......

Hoy quería ver el sol, pero solo hay penumbra...............

Hoy no me gusta hoy, prefiero ayer o tal vez mañana...........

Hoy solo hoy, quiero que no sea hoy

Blondie

2 de octubre de 2006

Muerte

¿por que nos morimos?

¡¡¡¡¡ PORQUE SI ¡¡¡¡¡

¿por que nos morimos?

Porque vivir mata...........

Blondie

Muerte

Se muere de tantas maneras, tantas veces en la vida.......

se muere de pena y tristeza, aunque las constantes vitales se conserven vivas

se muere cuando matamos un ciclo, cuando lo damos por terminado

se muere viviendo cuando sufres

se muere de satisfacción cuando sentimos

se muere de placer cuando amas, cuando tienes un orgasmo

se muere de alegria cuando disfrutas

se muere de felicidad cuando alcanzas aquello que deseas, aunque sea por un instante........

se muere miles de veces en la vida.......

miles........

Estamos muriendo continuamente..........


Cuando cerramos los ojos simplemente dejamos de respirar.......

Blondie

Muerte

"Es muy importante que hagáis lo que de verdad os importe... Sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte esté cerca."

Elisabeth Kübler-Ross

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.