9 de junio de 2006

El recolector de piedras

Rufo no había conocido otra cosa, desde pequeño vívía en la Aldea y todos los dias al salir de la Escuela, si madre no mandaba otra cosa, corría a la huerta a jugar a las tabas con sus amigos. A veces no tenían tabas y jugaban con piedras, tardaban mas de media hora en encontrarlas, ¡¡porque no todas las piedras servían¡¡, tenían que ser redondas , sin ninguna arista, y de un tamaño muy especial, el color era grisaceo, pero claro en Soria siempre eran de ese color, bueno en realidad el no sabía como era el color de las piedras de otros lugares lejanos a su Aldea, pero eso tampoco le preocubaba demasiado. Algunos dias, volvía a casa ¡contento¡, y traía sus bolsillos con las piedras que le había hecho sentirse bien, le gustaban esas piedras y las guardaba, corría al zaguan y las escondia para que no las viese madre, otros dias en su bolsillo de detrás traía alguna piedra, que le había hecho daño, cuando Santiago se la había tirado con ira, riendose de él porque aún no tenía pelos en las piernas o porque el Sr. Párroco le había dado una patada a la piedra, al pasar junto a él, gritandole,¡¡aparta chaval¡, sin tan siquiera mirarle. Esas piedras no las escondía en el zahuan, las dejaba en el corral, muy a la vista y es que en el fondo sabía que madre las tiraría........

Y así fué creciendo hasta que un dia tuvo que marchar de la Aldea, Padre y Madre estaban mayores y allí ya nada podía hacer. Al partir llevaba una maleta con unas cuantas mudas y sus piedras, esas piedras que a lo largo de su corta vida había ido guardando y que al mirarlas recordaba lo que significaba cada una en su corazón.

Pero eso ya es historia, Rufo ya era mayor y había tenido una larga vida, una vida llena de todo, llena de momentos tristes y de momentos mágicos y siempre él, había ido guardando sus piedras como aquella vez que dejó un trabajo, porque cambiaba de ciudad, con pena, pero quería hacerlo, tenía que vivir otras cosas, pensaba y se llevó el pisapapeles de su mesa, era una piedra negra y brillante, que le hacía recordar la bondad, la justicia y la honestidad de su jefe, había sido un buen hombre con él y el pisapapeles se lo recordaría toda la vida.......

Estaba sentado en un sillón junto a la ventana, apenas ya si podía moverse, miraba al infinito y miraba sus piedras, jugueteaba con ellas como un niño, con la mirada perdida, pero lo que no sabía nadie, era que cada piedra había sido un trozito de su vida y que ahora que sentía que la vida se le escapaba, que las fuerzas ya no le acompañaban, comprendía que esas piedras, tan hermosas, tan brillantes a pesar del paso del tiempo habían sido, todos los instantes felices de su vida y que cuando él partiera, tan solo podía llevarse el significado de todas y cada una de ellas, de sus piedras, con todo su explendor, eso era suyo y nadie, ni siquiera la muerte podría arrebatarselo..........

2 comentarios:

Martxoso dijo...

gracias gracias gracias gracias gracias........ Mi post de hoy sobraba, lo siento. GRACIAS

Martxoso dijo...

Releo y.... buf, es tan bonito lo que me has regalado...! Además, aunque no lo sepas, es casi casi mi regalo de cumpleaños. ¿Cómo se dice gracias, queriendo expresar mucho más que gracias?

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